Ayer al fin me animé y encaré el ritual de pintar huevos para decorar el ramo de pascua. Mientras los chicos dormían la siesta preparé todo lo necesario para la gran tarea.
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El papel resultó mas tentador para pintar que los huevos, aunque al fin logré que pintaran un huevo cada uno, Lucio "yo solo!" y Manu a upa (yo le sostenía el huevo mientras él trataba de sacarmelo...). Y mientras ellos seguían decorando al papel que puse para proteger la mesa, yo pinté algunos huevos mas.
De los cuatro huevos que pinté yo, sobrevivió solo uno. Rojo y naranja. Logré rescatarlo justo cuando iba a ser aplastado por dos pequeños aspirantes a guitarrista de Kiss.
Y el florero con el ramo de pascuas no duró mucho sobre la mesa. No, por suerte no lo lograron romper. Conociendo a mis hijos decidí hacerle un lugar en el estante donde ellos no llegan.
La tentación de aplastar los huevos es demasiado grande....